Iruela
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Familia — A mediados de los 70, Pedro Iruela sembró las semillas de una empresa dedicada a las aceitunas que ha ido creciendo para convertirse en una marca arraigada en dos terrenos: sabor exquisito y precios populares.
Tanto el packaging y el logo con el que habían trabajado durante años eran soluciones sencillas, toscas, baratas… Lo que hacía falta era una nueva imagen, tan exquisita como sus productos pero con el mismo espíritu popular.
La personalidad y la diferenciación de este diseño de packaging han sido fundamentales para que Iruela crezca tanto en ventas como en imagen de marca.
Logo — El primer paso del proceso consistió en rediseñar su logotipo para situarlo en la categoría premium (sobriedad, negro y blanco, tipografías elegantes…) y dotarlo de un tagline claro y elemental (“Familia Iruela – Desde 1975”).
Visualmente llevamos la marca hacia cierta sofisticación; narrativamente, hacia valores de tradición, experiencia y cercanía. En definitiva, no quisimos alejarnos de los dos terrenos de Iruela. Un logo exquisito; un tagline popular.
Complementamos el logo con un imagotipo de una rama de olivo y un cucharón aceitunero cruzados de forma épica y distinguida, pero también con un descarado sentido del humor: una composición noble con objetos campechanos.
Etiqueta — Resolvimos que el packaging mantuviera esa dualidad de la marca gracias a patterns visuales de reminiscencia folclórica pero estilo moderno. Partimos de la estética de los vestidos de lunares y los encurtimos en estética de pictogramas digitales para crear motivos actuales. La estética tradicional andaluza con un enfoque contemporáneo.
Así, el lunar se convertía en un zapato de tacón, en un pendiente o en un abanico. Dibujamos un icono distinto para las distintas variedades de aceituna (reservamos los lunares para la sevillana, claro que sí).
Ordenamos los distintos elementos gráficos en áreas autónomas para facilitar su jerarquía y visibilidad: el logo y un íntimo storytelling sobre la historia de la marca reinan en un espacio sobrio; el imagotipo y el descriptor destacan sobre un fondo de color que reclama nuestra atención. Y el pattern rodea el resto del bote elegantemente y sin ocultarnos el producto.
Para todos los gustos — En aplicaciones de otros recipientes, para latas y para botes de plástico, aplicamos estos mismos código adaptados a sus características. En las latas no podemos ver el producto, así que lo convertimos en pattern; en los botes de plástico (destinados a venta a granel) la impresión multicolor hubiera encarecido su precio, así que simplificamos el diseño para imprimir en monocromo y una construcción gráfica también más sencilla y sintética: marca, pattern y descriptor; nada más.
Colorido — La paleta de colores que fijamos rehuye los rojos y verdes chillones de la estética folclórica en favor de tonos desaturados que nunca llegan a ser pastel. De este modo conseguimos que el packaging nos llame desde los lineales y diferenciar cada producto con un color. Las áreas negras o de colores en la etiqueta son escasas y los patterns están sobre transparencias porque (hay que repetirlo) un producto tan bueno como las aceitunas Iruela, por encima de todo, debe verse.