Las marcas, igual que la música, forman parte de nuestro día a día: consumimos un montón de productos y otro tanto de canciones. Pero mientras somos fans de bandas de rock, pocas marcas nos gustan hasta tal punto. Y si hay algo que quieren las marcas son fans.
Las marcas nacieron para diferenciar productos de su competencia. En el mundo del rock también hay competencia, por eso las bandas (además de componer canciones) se ponen un nombre chulo, imprimen pegatinas con su logotipo, cuidan su imagen, su puesta en escena… No estoy hablando de una boy band creada por una discográfica para vender mochilas y gorras a prepúberes y adolescentes. Estoy hablando de bandas de rock de verdad, auténticas.
Si los demás lo hacen, yo también
Cuando nació el rock allá por los 50s, un grupo que empezaba a tocar sabía que tenía que ponerse un nombre con gancho y vestirse un poco guay porque competía con otras bandas de nombres con más gancho y vestimenta aún más guay. Y, por supuesto, todas querían tocar el rock más guay y con más gancho.
Hoy en día, las bandas también tienen que gestionar perfiles de Facebook, Instagram, Youtube, etc. para informar de sus conciertos, ensayos, ocurrencias y gracias (más o menos afortunadas). Y puede que incluso necesiten un Soundcloud si ningún sello quiere editar su disco. En definitiva, las bandas tienen que gestionar su imagen.
Pero una banda también tiene un producto: las canciones. Y, apoyándolas, un naming, un logo, una imagen y, sobre todo, la personalidad de sus integrantes. Vamos, que lo tiene todo para ser una buena marca.
Los grupos de rock son marcas y muchas veces no lo saben. Incluso los que se llaman “Las ratas ciegas del infierno” o “No me pises que llevo chanclas”. Quizás sin darse cuenta de ello, siguen los mismos pasos que una marca de cereales o de zapatos: postean todos los días en sus redes, informan de sus movidas, comparten sus videos, hacen livestreams o dialogan con sus seguidores… Incluso saben cómo es su audiencia porque las redes sociales proporcionan estadísticas del comportamiento y perfil de sus seguidores. Las bandas comunican constantemente. De hecho, aplican estrategias de comunicación sin saber qué es una estrategia de comunicación. Nos cuentan cómo son. Cómo son como banda, cómo son como marca.
Y sí, funciona
Me maravilla que algunas bandas de rock consigan crear marcas tan sólidas sin tener conocimientos de branding. Si te digo “Rolling Stones”, piensas en la lengua que diseñó John Pasche. “Nirvana”, y piensas en un smiley drogado. “Iron Maiden”, y se te aparece Eddie, su mascota de los avernos dibujada por Derek Riggs. Incluso leyendo AC/DC o Kiss en esta tipo visualizas sus logos. Estas bandas son marcas memorables y llevan décadas siéndolo.
Lo más alucinante es que todas ellas son capaces de crear relaciones muy fuertes con su público. Esta gente, los fans, mantienen un vínculo irracional con sus ídolos. Sin motivos aparentes: FAN. Muchos se habrán dejado el pelo largo y se habrán puesto una bandana en la cabeza y gafas de aviador para ser como Axel Rose. Otros tantos habrán acampado a las puertas de un estadio durante horas para ver a U2, Bruce Springsteen o Arctic Monkeys. Por no hablar de los que siguen toda una gira o recorren 5.000 km para un solo concierto. Ser como ellos. Estar cerca de ellos.
¿Os imagináis este nivel de locura por probar el nuevo sabor de chocolates Nestlé? ¿O que la gente empiece a vestir como el CEO de Samsung? (¿Sabes qué cara tiene el CEO de Samsung?).
Las marcas quieren fans, pero solo tienen consumidores.
Y, de echo, ni tan siquiera los tienen. No son suyos. Puede que mañana compren Milka o Sony.
Incluso una marca como Apple, que había conseguido convertir sus consumidores en fans, empieza a presentar signos de debilidad desde la muerte del gurú Steve Jobs. El tío tenía personalidad y actitud. Su nuevo consejo de administración, pues ya no.
Emociones
Si no has llorado nunca escuchando una canción, probablemente es porque no tengas alma. Pero si no has llorado viendo un anuncio, un logo, un packaging o la aplicación de la identidad corporativa en una campaña de comunicación, no te preocupes. Pocas marcas consiguen satisfacer la necesidad de auto-realización como lo hace una banda de música.
Pese a construir una marca sobre valores, impregnarla de rasgos de personalidad y hacer lo posible para que tenga un tono y una voz propios, una marca sigue siendo una marca. En vez de intentar ser más humanas, las marcas deberían hacer algo real por los humanos. Ser lo que son y ser verdaderas. Ser auténticas como lo son las bandas de rock.