* Imagen destacada de EFE
Lo más loco que ha pasado en nuestro país este año ha sido el triunfazo de Rosalía. La diva del momento. La chica de Sant Esteve Ses Rovires a la que idolatran famosos de Hollywood o las Kardashian (esa familia que domina el mundo). La que ha llevado el flamenco al Coachella. La que anunció la salida de su disco en Times Square. La que consigue más de 4 millones de views en sus temas en un día. Madre mía, Rosalía, ¡bájale!
Aunque para muchos acabe de aparecer en su radar y ya estén hartos de verla hasta en la sopa, su triunfo no es flor de un día. Lleva muchos años preparándose para petarlo. Empezando por su primera aparición en un talent show, que fue un fracaso (por cierto). Siguiendo con los estudios de flamenco en la ESMUC, donde gestó El Malquerer como trabajo de Fin de Grado. Su primer disco en 2017 de la mano de un productor de reputación underground como Refree, por cierto, meses antes ya había sacado un mega éxito junto a C. Tangana. O acompañando como músico y corista a Rocío Márquez en 2015. Etcétera, que tampoco me sé su vida (aunque parezca que sí). Está claro que su talento es fruto del trabajo y la constancia. Y su exitazo es fruto de tener un objetivo claro, visión a largo plazo y paciencia. Rosalía sabe qué pasos dar y es inteligente en las decisiones estratégicas. Rosalía es visión empresarial.
Se ha rodeado de otros artistas de múltiples disciplinas para enriquecer su proyecto. Pero no solo de artistas (El Guincho, Filip Custic, Charm La Donna, J Balvin…), también está escogiendo muy bien las marcas con las que colabora: Pull&Bear, Instagram, los Goya, Yves Saint Lauren, Redbull… Ha integrado estas marcas en su negocio y se apoya en ellas y las utiliza como plataforma para despegar también en otros sectores. Rosalía es business partnership.
Rosalía Vila Tobella ha tenido la suerte de que su madre le pusiera un nombre poco común. Sí, pero ella le ha dado significado. Y con un artículo femenino singular delante se sube a un pedestal. Se posiciona por encima de cualquiera, pero a la vez sigue teniendo un punto de “hola, soy tu amiga, sí, la Rosalía”. Rosalía es buen naming.
Es una marca sin logo. ¡Oh, dios mío!, ¿cómo puede ser eso posible?! La ropa de Dominnico, los videoclips de Canadá, las uñas de Dvine Nails… Toda la estética que trabaja junto a su equipo forman una imagen y un imaginario ricos que destila valores de tradición flamenca y cultura española mezclados con underground e innovación. Bien de folklore. Rosalía es dirección de arte e identidad corporativa; todo eso también es marca.
En ensayos, en el estudio, haciendo colaboraciones, en jets privados y con ropa «aute cuture». Pero también en jersey explicando cómo compone o aburrida probando filtros de Snapchat. Racional y con los pies en la tierra en entrevistas, pero también de risas con su hermana Pili y sus amigos. La vemos todo el rato. En todos lados y de todas las maneras. Nos tragamos todo su contenido con patatas y está consiguiendo que vivamos su crecimiento como si estuviéramos sentados a su lado. Y nos sentimos parte, nos emocionamos con cada uno de sus logros y estamos orgullosos como si fuera nuestra amiga. Rosalía es storytelling y contenido de marca.
Des del flamenco más puro hasta el reggaetón más mainstream, pasando por el trap o la electrónica chill. Se ha movido por diferentes estilos y ha sacado canciones (productos) muy dispares, pero siempre, siempre, siempre con un mismo tono de marca. Tiene voz propia, tiene un discurso, tiene una coherencia porque hay un concepto detrás de su música y su imagen. Rosalía es arquitectura de marca.
Rosalía es la jefa máxima. Lo siento, haters.