Ortalli
Sabor y experiencia
Packaging
Nuevos formatos
Comunicación gráfica
Material comercial
Tras la proliferación de los aceites de toda suerte de texturas, orígenes y sabores ha llegado la hora del vinagre. Ya vivimos la eclosión de los módenas quince años atrás (y la de las cremas balsámicas, diez). La next big thing del sector serán los vinagres gourmet. Esta es la apuesta de la marca italiana de vinagres Ortalli.
Las acciones comerciales efectivas se sustentan tanto en un buen material de presentación como en una gran idea. La teatralidad es una arma muy poderosa.
Intensidad — A veces un encargo tan sencillo como un selling kit se convierte en un proyecto que pide mucho más. Porque encantar a un responsable de compras es casi tan difícil (o incluso más) que conseguir la atención del consumidor final. Y no solo encantarlo: procurar que te recuerde. Al final, para ser recordado tanto da un diseño de packaging, una identidad visual corporativa que el concepto creativo para un selling kit. Todo es branding. Todo es proyección de marca. Así que… ¿cómo hacemos para grabar un vinagre en la memoria?
Experiencia de consumidor — Un concepto trillado en el marketing, sí; y la mayoría de veces solo insinuado. Nunca se alcanza su núcleo. Está tan extendido lo de las “experiencias” que al final se ha desvirtuado su significado. Dice la RAE que una experiencia es el “Hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo”. Estaremos de acuerdo en que, por lo general, las experiencias de consumo se limitan a “presenciar algo”. Nosotros buscábamos el “haber sentido algo”.
Ortalli es una marca con solera, que produce sus vinagres en el corazón de Módena, que sigue procesos tradicionales y cuya estirpe vinagrera se remonta varias generaciones. Su identidad como marca tiene que ver con la distinción, con la destreza, con la maestría. Así que pensamos en hacer vivir a los responsables de compras la experiencia de estas sensaciones no solo en el aspecto visual del selling kit sino en todo lo que conlleva un pack de muestras de distintos vinagres embotellados.
Sinestesia — La caja en la que se encuentran las cuatro variedades de vinagres Ortalli se abre en flor. La primera experiencia tenía que ser visual. Los detalles gráficos están pensados para informar de las propiedades del producto pero también para transmitir origen y sabor a través de las formas, los colores y de unas tipografías elegantes y racionales que combinaban perfectamente con la gótica del logo de la marca. El exterior del selling kit es negro para transmitir elegancia y remitir al color del vinagre. En el interior, el color pastel de cada pétalo está escogido según las propiedades del vinagre con el que se relaciona. Si fueras sinestésico lo verías. (Bueno, en realidad, lo sentirías.)
Prueba esto — Uno de los momentos cumbre en el proceso de “venta” de un producto a un responsable de compras es la cata. Todas las ideas que tuvimos al respecto eran poco elegantes, eran ordinarias o un infierno logístico. Palitos de pan, virutas de queso curado, carpaccios y tatakis, microensaldas… Pero descubrimos que en los círculos conneiseurs del vinagre (un mundo hermético de sociedades arcanas que ríete tú de Los Canteros) existe un método de cata verdaderamente exquisito.
Se vierten unas pocas gotas en un terrón de azúcar y éste se sorbe. La disnea que produce el ácido del vinagre desaparece instantáneamente gracias al azúcar, y las propiedades del aceto afloran y se perciben mejor. Apostamos por ello. Logísticamente era sencillo; lo solucionábamos todo con un terrón y unas elegantes cucharillas desechables. La experiencia, literalmente, extraordinaria y asombrosa. Y, desde luego, memorable.